Siempre he pensado que las únicas dos obligaciones que tenemos para con la vida es soñar y accionar para que los sueños se hagan realidad, sin duda serian dos grandes ingredientes para la felicidad, principalmente porque los sueños nos permiten aferrarnos a propósitos y la acción nos muestra las capacidades y actitudes que tenemos y que nos reconducen una y otra vez al movimiento, y el movimiento es vida.
Cuando soñamos y anhelamos resulta obligatorio moralmente hacer todo aquello que esté en nuestras manos para alcanzar y sentir la satisfacción de haber entregado el máximo de nosotros por aquello que pretendíamos, evitando con ello tener la conciencia cargada de incertidumbres, o peor aun, llena de excusas.
Los ambiciosos de espíritu deben trabajar arduamente y desde el interior, con templanza y con especial esfuerzo, dirigiendo las acciones con claridad hacia los objetivos, sostenidos a su vez en la paciencia necesaria para lograr aquello que se han puesto en mira.
Para cumplir los anhelos también es menester superar las barreras que se van acaeciendo en los miles de caminos que se emprenden, no se debe subestimar la capacidad y la absoluta pasión que se necesita para cumplir aquello que se desea desde el alma. Los que desean cosas grandes no deben dejar de soñar despiertos y su mayor trabajo debe consistir en fortalecer sus pensamientos para evitar sentirse hilarantemente perdidos entre la estrecha realidad que les inunda y aquello que creen les hará felices. Este constante jugueteo de vivir en la absoluta realidad de lo que aún no se obtiene y la pretendida constancia en los sueños debe ser llevado por la mente con astucia, entrega y fuerza, pero también con cautela, paz y equilibrio sin olvidar que –la mente no sabe de juegos y va en picada-.
Sin embargo, del mismo modo en que luchamos para alcanzar, también debemos reconocer cuando tenemos que soltar lo que estamos forzando y nos perjudica, esto resulta tremendamente difícil porque nunca es fácil reconocer que puente hay que cruzar y cual se debe quemar.
Pero, a pesar de vernos obligados a dejar aspiraciones en el camino que se transita, es necesario tener en cuenta que, aquello que nos pertenece por derecho propio no nos puede ser arrebatado, básicamente porque pertenece al plano de lo que debemos experimentar, por ello, todo lo que se tiene que vivir y lo que tengamos que poseer en conciencia propia, nos alcanzara y nada ni nadie podrá ir en contra o impedirlo, los caminos se alinean para que ocurra, esto que llaman el fluir de la vida.
Nadie puede dudar que la vida es tan sabia y mágica que permite que nos perdamos mientras buscamos y de esa manera también nos reencontramos, descubriendo finalmente que hay infinitos caminos hacia la propia felicidad que aún están por recorrer, porque caminando en las esferas de la vida también nos vamos dando cuenta que …
“Solo tenemos esta vida para cultivar la próxima”.
Y cultivamos mientras estamos en el andar y vamos alcanzando nuestras expectativas, aquellas que nos hemos trazado y que sin saberlo nos conducen al cumplimiento de ciclos vitales necesarios para alcanzar la plenitud, la felicidad y darnos la esencia de ser lo que somos y construir nuestra realidad conforme a la conquista que tenemos que fraguar de nosotros mismos. Quizás por ello, Margaret Thatcher decía:
“Cuida tus pensamientos porque se convierten en tus palabras. Cuida tus palabras porque se convierten en acciones. Cuida tus acciones porque se convierten en hábitos. Cuida tus hábitos porque se convierten en tu carácter. Y cuida tu carácter porque se convierte en tu destino»
Me gusta pensar que efectivamente nos convertimos en aquello que soñamos despiertos o lo que es lo mismo, en aquello que pensamos, y así transformamos nuestra vida y la vida de otros, siempre desde la bondad y el agradecimiento. No debemos olvidar que nunca hay nada que se intente y que resulte infértil para quienes lo propicien desde el corazón, los verdaderos soñadores son guerreros de luz dispuestos a sacudir al mundo si es necesario y cambiar paradigmas con el fin de alcanzar y sentirse plenos, para estas personas los resultados no siempre son lo que esperaban, muchas veces son mejor que ello.
Debemos tener en cuenta que hemos venido a vivir, da igual si lo hacemos desde el prisma de la felicidad o de la fatalidad, nuestro trabajo es vivir, pero, no hay duda de que la vida se vive mejor si construimos las herramientas necesarias para darle belleza y color, rezando para continuar y avanzar hacia otros ciclos que nos hagan mejores personas.
Alcanzar lo que anhelamos

«La vida nos sorprende y es absolutamente sublime y esperanzador que así sea».





